14 abril 2009

KISS 2009 "Mi Crónica"

UN RELATO DE EMOCIONES

Ya pasó una semana y media si….pero es que tenía programadas vacaciones justo después del concierto y que bien que me vino; hacer un punto y aparte fue esencial para ver todo lo sucedido sin dejarme llevar por otros comentarios, es más, compré recién el diario el miércoles 8 para ver la crónica. Digo que fue bueno porque me sirvió para digerir todo lo sucedido y repasar las imágenes en mi mente.

Por supuesto que hay muchas cosas para destacar, bloopers mezclado con el profesionalismo de la banda, la manera que encajan en vivo tanto Eric como Tommy, la puesta en escena, si estaba llena o no la cancha y una serie de etcéteras, pero hay algo que para mi primo sobre todos estos “detalles” y es el sentimiento, genuino sentimiento difícil de explicar y que tal vez sólo gente que quiera tanto a esta banda, con sus defectos y virtudes puede entender.

Sucede que ya caminando para la cancha empezás a ver familias yendo al concierto, es decir, padres con sus hijos maquillados como cumpliendo un sueño, una ceremonia rozando con lo religioso. Es que podías sentirlo al ver las caras de felicidad de la gente, con mucha expectativa por cierto, pero corriendo para entrar.

Al entrar lo que vez son grupos de gente, amigos, familias fue increíble, en su gran mayoría pintados, los pequeñitos con los ojos abiertos mirando todo lo que sucedía a su alrededor, impagable.

El momento en que el telón cae, si…con alguna desprolijidad, da rienda suelta a la avalancha, es que es TU banda la que sube al escenario y comienzan los acordes de “Deuce”, poco importó que Gene saludara diciendo “Santiago”, estabas proyectado en una película de la cual no hubieses querido salir jamás.

De la forma en que respondió la gente fue increíble también, recuerdo cuando Paul comienza la intro de “Black Diamond” y a coro la gente canta las primeras estrofas y el dice “¿Pueden hacerlo otra vez?”…increíble.

Quizás…el momento de éxtasis fue ROCK AND ROLL ALL NITE. Un tema que lo tocan hasta el hartazgo pero fue mágico. Los papelitos, la emoción de la gente, como lo cantamos, en fin….difícil de explicar con palabras.

Y que te puedo decir si además vez a tus seres queridos, a los que tanto los haces padecer con tu fe KISStiana levantándose espontáneamente al grito de “Ohhh…soy KISSero..es un sentimiento …que no puedo parar” y mirarlos y no creerlo, gritándolo hasta que la garganta se parta….y además ver a tus amigos…ahí..al lado tuyo haciendo ademanes como si fueran unos pibes de la primaria con la sonrisa de oreja a oreja….muy emocionante.

Seguramente más adelante tendremos la crónica completa de concilio con los detalles pormenorizados…pero hoy quería sólo hablarte sobre la emoción que muchos sentimos al participar de esto…

5 comentarios:

Federico Ivan dijo...

A mi me consiguieron una entrada, sino no iba. Y eso que yo soy fan de kiss eh? pero me parece que kiss se caga lisa y llanamente en sus fans. Ya con la que se mandaron de vender las entradas a la fiesta post show para sacarse fotos...Gene simmons cuando te mueras no te vas a llevar los verdes con vos. Y tu mujer los va a usar para pagarse tantos machos como le guste. Espero nadie se ofenda con esto. El show me parecio muy bueno, mejor que el del 99 pero inferior al del 97 y ni que hablar del 94.

El inconsistente dijo...

Buena reseña, muy sentida y emotiva

Te paso la mia

Tardé mucho en escribir esta reseña. La falta de tiempo es un motivo, pero no el único. También necesitaba madurar algunas ideas en mi cabeza, analizar las opiniones de propios y extraños, y leer lo que escribieron los medios masivos y especializados, y también algunos blogs como el del siempre lúcido Mike de Kissteria. Necesitaba todo eso y, como esta bitácora no está presionada por urgencias periodísticas, pude darme ese lujo.

Los que me conocen saben que Kiss es mi banda preferida. No es la mejor, ni la más cool, ni la más moderna, es simplemente la que me cautivó para siempre siendo muy pequeño. Mucho antes de entender el significado de la palabra “rebeldía”, Kiss fue una tabla salvadora entre tanta música desechable: mientras el mundo se sumergía de lleno en la new wave y el post punk, en Argentina los artistas del momento eran Raffaella Carrá, Richard Clayderman, Village People y los Bee Gees con su Fiebre de sábado por la noche. En este microclima a contramano del mundo, la música y la estética de los cuatro neoyorkinos era mal vista por las figuras de autoridad y considerada un perjuicio para la juventud, condimentos extras que terminaron de capturar a un pequeño y solitario Inconsistente de tan sólo ocho años.

Con este background llegué el sábado a River para presenciar el tan ansiado recital de Kiss en Argentina luego de diez años de ausencia. No supe nada de las bandas teloneras, sólo presencié los minutos finales de un potente set de los Ratones Paranoicos. Luego supe que hubo cierto mal humor del poco carismático Germán Daffunchio de Las Pelotas, que tuvo que lidiar con la incomprensión de una Kiss Army poco interesada en su música.

Y cuando digo que “llegué” a River debería decir “llegamos” porque fuimos nueve amigos los de la partida: el Heavy, su hijo Juan, el Psyco, Migue, Kuki, Toti y sus hijos Mateo y Manuel, y un servidor. Esto le puso un condimento extra a la velada, aunque después terminé peleado con el Heavy, una historieta que no viene al caso ahora…

Welcome to the show

All right Buenos Aires. You wanted the best, you got the best, the hottest band in the world: ¡Kiss! La ya clásica frase de batalla fue el preludio de un show histórico, con todo lo bueno y lo malo que esto implica.

El set list estuvo compuesto en su mayor parte por temas del antológico disco en vivo Alive de 1975, arrancando con Deuce, siguiendo con Stutter, Got to Choose, Hotter Than Hell, Nothin´ to Lose, C´mon and Love Me, Parasite, She, Watchin´ You, 100.000 Years, Cold Gin, Let Me Go, Rock n´ Roll, Black Diamond, y terminando en forma absolutamente festiva con Rock and Roll all Nite. De este disco sólo hubo dos ausencias: Rock Bottom y Firehouse, este último, verdadero clásico de la banda que siempre fue ejecutado en vivo y donde Gene Simmons hacía su tradicional acto lanzallamas, llevado a cabo esta vez al final de Hotter Than Hell.

Salvo por Rock and Roll all Nite, me atrevería a decir que esta primera parte con pocos hits fue sólo para entendidos. No digo que no haya sido disfrutada por el público masivo, sino que fue como una máquina del tiempo para los fans, los que en su gran mayoría tenemos a este disco como uno de los trabajos más representativos de la banda.

Le siguieron los bises con Shout it out Loud, Lick it Up, I Love it Loud, I Was Made Lovin´ You, Love Gun y Detroit Rock City, ahora sí, con un público totalmente enfervorizado, que cantó y aulló con cada una de las canciones.

Como balance me quedo con una sensación: Kiss está pasando por un buen momento. La banda suena bien, sin fisuras, compacta, y eso se nota en el buen humor de los músicos, algo que faltó en la última visita donde las tensiones grupales eran más que notorias.

A nivel individualidades, quiero empezar por el guitarrista Tommy Thayer, el tipo al que le toca estar nada menos que en los zapatos de Ace Frehley en su rol de Spaceman. Coincido con Mike en que no cuenta con el carisma que tenía Ace, pero creo que sabe suplir esa falencia con una ejecución impecable de todo el repertorio. Thayer toca igual que Frehley –para el que no lo sabe, es fan absoluto de Kiss y Ace Frehley es su ídolo, por lo que está viviendo el “sueño del pibe” a los 49 años– pero sin sus tradicionales pifies en vivo. Además, está sobrio, no da problemas y es un empleado obediente, algo que Gene Simmons jamás pudo lograr con Ace. Y esto que voy a decir es una blasfemia, pero no me importa: luego de ver la lamentable performance de Frehley en su última visita a Buenos Aires, prefiero que su lugar sea ocupado por el bueno de Tommy. Lo siento.

La batería y el papel de Catman están siendo ocupados actualmente por Eric Singer, pero bajo una realidad totalmente diferente. Singer lleva el maquillaje de Peter Criss y canta en Nothin´ to Lose y Black Diamond, pero las semejanzas se terminan ahí. El baterista, que ya estuvo en Kiss en su etapa del disco Revenge, así como en otras bandas como Black Sabbath o Alice Cooper, tiene un estilo propio que poco y nada tiene que ver con la onda jazzera de Criss. Sin embargo, la banda sale ganando con esta diferencia, y tal como ocurre con Thayer, su desempeño es muy superior a la etapa final de su antecesor, al que todos amamos, pero tenemos que admitir que va derecho al retiro. Lo siento otra vez.

El bajista Gene Simmons me dejó una sensación extraña: no lo noté conectado 100% con el recital. Estaba ahí, pero no estaba entregado, o por lo menos no tanto como el resto o como solía estarlo antaño. De todas maneras, su carisma es demoledor y su presencia avasallante, por lo que cautivó completamente al público que festejó cada una de sus apariciones, incluso en el momento en que quedó a mitad de camino, colgando a metros del suelo, cuando se suponía que debía elevarse hasta una plataforma en lo más alto del escenario para terminar de cantar luego de su acto de vomitar sangre.

Para los que conocemos la historia de la banda, esta situación con Simmons es casi un deja vu. No es la primera vez que se entrega en forma regulada debido a sus actividades extra musicales. En el pasado, por su fallida carrera cinematográfica, y en la actualidad, por sus negocios y realities de dudosa calidad.

La verdadera estrella del show fue Paul Stanley. El vocalista y guitarrista se calzó al hombro la banda, y hoy por hoy es su corazón y motor creativo. Fue suya la decisión de volver a los estudios para grabar luego de una década –a pesar de la negativa de Simmons, enojado con los fans que descargan música de Internet– y también fue quien decidió producir el disco, tal como ocurrió en los 80, cuando Simmons estaba ocupado filmando bodrios clase B en Hollywood.

A pesar de abusar de ciertos clichés, como las lamentables y repetidas frases en español “esta noche es la noche” y “no hablo el español muy bien pero comprendo sus sentimientos y sus corazones, y mi corazón es suyo”, lo de este tipo fue notable, demostrando nuevamente por qué es uno de los front man más grandes de la historia del rock. ¿Qué hoy por hoy se parece más al Marcel Marceau de la vejez que al Paul Stanley de la juventud? Es cierto, pero no parece haberse dado cuenta o no parece importarle, y la verdad que a mi tampoco.

En definitiva, Kiss dio un show de los que se ven poco y nada en esta parte del mundo. El sonido fue casi perfecto –hubiera deseado más volumen– y la puesta en escena despampanante, como debe ser en cualquier recital de la banda. Si me pongo quisquilloso, sólo puedo achacarles algo: tanta prolijidad y pasteurización. En los videos de los años 70 se los veía tan salvajes… Me encantaba que Stanley se quedara sin aire de tanto saltar y tuviera que saltear una estrofa; que Peter Criss terminara revoleando su batería al final de Black Diamond, como ocurrió en el programa Midnight Special de 1975; o que Simmons convirtiera su solo de bajo y vómito de sangre en una salvajada visual nunca vista.

Extraño ese salvajismo de antaño, esa aura peligrosa y prohibida que sabían potenciar como nadie. Pero habrá que resignarse: supongo que todos estamos envejeciendo, ¿no?

http://elinconsistente.blogspot.com

Mr. Speed dijo...

Fede...muchas gracias por tus comentarios...no creo que a esta altura alguien se enoje...
Todo bien...
Saludos.

Mr. Speed dijo...

Inconsistente...un vagón de gracias por el review. Te pasaste y gracias por dejarlo en el blog.
Un abrazo.

Alejandro Bruzzese dijo...

Yo estoy feliz de haber visto este show junto a mis amigos julio y claudio.
el show a la altura de lo que esperaba de kiss y mucho mas.
un abrazo.

Alejandro